Microorganismos | Bacterias, virus y hongos

La presencia de microorganismos patógenos, especialmente en ambientes interiores, por encima de determinados umbrales, representa un riesgo potencial para la salud pública ocasionando graves enfermedades.

Nos encargamos de cualquier problemática originada por microorganismos patógenos (bacterias, virus, hongos, etc.) independientemente de que ya estén asentados o simplemente se quiera prevenir su aparición o dispersión en zonas especialmente sensibles, como: viviendas o estancias con enfermos, aseos y cuartos de baño, duchas y vestuarios, salas de probadores, gimnasios, spas y piscinas, botiquines, viviendas con síndrome de Diógenes, salas funerarias, hoteles, sector alimentario, lugares que han sido contaminados directamente por la actividad de artrópodos (como los insectos) o roedores, etc. Por supuesto las medidas que se deben tomar en industria alimentaria y sector sanitario tienen que ser mucho más estrictas y controladas.

La desinfección ambiental es el complemento indispensable a un buen sistema de limpieza, asegurando que gérmenes y bacterias no se desarrollen a sus anchas; sin embargo los desinfectantes apenas tienen efecto residual por lo que es necesario que se ejecute un plan de tratamientos de desinfección periódicos de las zonas críticas. En función del nivel de riesgo de cada zona, se establecerá la periodicidad adecuada.

¿Cómo prevenirlos?

Tenemos que considerar que los animales y las personas podemos ser portadoras de un buen número de microorganismos patógenos, al igual que los vegetales, por tanto, casi cualquier alimento puede ser vehículo de transmisión de enfermedades. Por este motivo, sólo la aplicación de medidas globales, tanto a nivel comunitario como en el plano individual, pueden ser efectivas.

El agua poco o nada depurada, los alimentos deficientemente manipulados, cocinados o conservados o el uso de sustancias tóxicas o en dosis superiores a las tolerables, son algunas de las razones de fondo que explican porqué los microorganismos patógenos encuentran tantas facilidades para proliferar y contaminar alimentos, superficies…

Dada su alta proliferación, el mantenimiento de unos hábitos higiénicos y sanitarios eficientes así como una suficiente atención en la manipulación y conservación de los alimentos (ejemplo: lavarse las manos con frecuencia, no romper nunca la cadena del frío, limpieza de tablas donde se cortan alimentos, paños de cocina, no mezclar alimentos frescos con los cocinados,etc), pueden contribuir enormemente a limitar su presencia y, de rebote, la aparición de enfermedades de origen alimentario (toxinfecciones alimentarias).

Por otro lado, para prevenir la transmisión o contagio de microorganismos patógenos causantes de enfermedades como la tiña, sarna, etc. en personas o animales, debemos evitar el contacto directo con ellos, así como el uso de su ropa (toallas, sábanas...) y extremar las medidas de higiene o limpieza del lugar.